Los alumnos de II y III medio de nuestro colegio tienen la oportunidad de participar de un intercambio durante 2 meses en el verano en Alemania, una experiencia única que tiene un sinnúmero de beneficios y aprendizajes siendo un gran aporte a la formación de la persona.
Irse de intercambio además de ser una gran aventura, permite conocer la cultura alemana desde sus raíces, pudiendo explorarla desde su base, por medio de las familias que reciben como anfitrionas a los estudiantes y las rutinas de vida de cada una de ellas.
«Hay veces en que a uno le puede costar partir, porque significa experimentar cosas nuevas y salir del lugar seguro, pero la experiencia es muy entretenida. Uno aprende del idioma y cultura alemana, además te hace crecer y madurar muchísimo», señala Renata Alarcón, alumna de IV Medio, tras su llegada de intercambio durante este verano.
Para Mateo Iturriaga la experiencia también fue de gran aprendizaje. «Uno se levanta y se acuesta hablando en alemán. Al principio es difícil adaptarse y cuesta un poco, pero gracias al intercambio uno aprende mucho más del idioma; es como cerrar el ciclo del aprendizaje del idioma y de la cultura alemana. Los alemanes son ordenados y piensan en todo, tienen horarios muy estructurados por ejemplo tienes 20 minutos de recreo y después cinco minutos para llegar a tu sala de clases y organizar tus cosas», señala luego de su intercambio en Hamburgo.
Para participar de esta experiencia los alumnos deben postular al intercambio estudiantil y cumplir con los requisitos académicos que fueron definidos y dictados por la Direktorenkonferenz (reunión anual de todos los Directores de los colegios alemanes de Chile). Y es la Liga Chileno-Alemana, quien determina la familia anfitriona y la ciudad a la que será destinado en alumno. Sin perjuicio de que en algunos casos también los apoderados pueden gestionar en forma directa la estadía de los estudiantes en Alemania.
Todos los alumnos que participan del programa de intercambio, tienen la obligación de asistir a clases regulares, demostrar real interés en las materias escolares, hacer las tareas recomendadas y, en forma limitada, participar de las pruebas o actividades del curso al que pertenecen.
«Al principio es difícil porque todo es diferente, por ejemplo en mi colegio había 5.000 alumnos y en algunas materias los contenidos eran mucho más avanzados. Esto también lo hace muy entretenido porque uno aprende palabras mucho más técnicas y a desenvolverse en distintas situaciones. Uno vuelve con mucho más autonomía, se abre un mundo de alternativas y de oportunidades, como por ejemplo analizar la opción de estudiar en otro país en el futuro», comenta Renata.
Tanto Renata como Mateo tuvieron la oportunidad de realizar un gira por distintos países de Europa con algunos amigos. «Es muy entretenido ver los contrastes de los países de Europa, por ejemplo tienes Alemania que todo es ordenado, respetuoso y prolijo y después Italia donde todo es más desordenado. Se aprende mucho de la cultura de cada país», señala Mateo. «La experiencia es inolvidable, me encantó poder conocer diferentes países del mundo y poder aprender de ellos, por ejemplo en temáticas como el reciclaje y el cuidado del medio ambiente», agrega Renata.
Ambos recomiendan la experiencia de todos modos e invitan a los alumnos a organizarse, atreverse y perder el miedo que a veces puede existir en un comienzo. Además hacen un llamado a las familias a que consideren la posibilidad de que sus hijos participen de esta actividad con tiempo para poder organizar la parte económica y que no sea un impedimento para participar de esta instancia.